EL KILIMANJARO EN BIKE: MÁS TESTIMONIOS

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Desde el Techo de África Rodrigo Echeverría (director de Makalu Consultores), nos relata con sus palabras cómo se vivieron las últimas horas de ascenso al Monte Kilimanjaro.

12 de la noche. Kibo hut. Altitud 4700 msnm. Esperando las 6 am. que era la hora fijada para partir. Estaba desvelado. No podía conciliar el sueño. Pensaba en los detalles. En cómo debía ir vestido y qué llevar, qué dejar acá. Pensaba en que debíamos remontar la montaña y que debía descansar. Pero no podía dormir. 1 am. Me levanté al baño y luego al saco. Comencé a soñar… pesadillas.

Una idea recurrente. Desvariaba en el sueño. Tenía algo de náuseas pero mi cuerpo aguantaba. Continuaban las pesadillas y la noche se volvía eterna. Pensaba que ya era hora de partir pero nada. Ni un ruido. Ninguna señal. Las pesadillas persistían y seguía pensando en qué debía subir y qué debía dejar. Me obsesionaba ir liviano y tener las fuerzas necesarias para cargar la bici a la espalda. “Ir liviano. Pagar las deudas. Descansar. Partir” era como un mantra que se repetía en mi cabeza. Pero la noche continuaba, la pesadilla se eternizaba y nadie me despertaba para salir.

Era 24 de enero. Y estábamos en un refugio a 4720 metros. A los pies del Kilimanjaro.

5 am. Me despierto y Claudio a mi lado vomitaba. Desperté de la pesadilla para darme cuenta que la realidad no era mucho mejor. Claudio estaba mal. No se iba a levantar, no así. El tiempo no avanzaba y yo ansioso pensaba en qué debía llevar y qué debía dejar. Debía ir liviano. Debía cargar la bici al hombro. Claudio fue al baño. Una rebelde infección no le daba tregua. Pensé que él no iría a la cumbre, y yo…. debía pagar mis deudas.

No tenía hambre. No quería dormir. No me quería levantar. La pesadilla persistía.

A las 6 y algo entra Rashid y me dice que el desayuno está listo. Apenas me serví unos sorbos de té. No tenía hambre, tenía nauseas. Para mi sorpresa Claudio se vistió y se levantó. Yo, como autómata me vestí. Dejé a un lado mis zapatos de montaña y me calcé los Impact Five Ten. “Hoy no hará frío”, pensé. Necesito ir liviano.

A las 6:30 hrs. con Claudio, Ernesto y el Equipo de Altezza partíamos a la cumbre. Un acarreo del terror de 1.000 metros de desnivel nos esperaban para, literalmente, desayunarnos. Claudio, fuerte de mente iba adelante. Ernesto filmaba y tomaba fotografías. Yo al último intentando tomar fuerzas de alguna parte. ¡Qué patético, pensaba. Un par de hombres sin fuerza subiendo con las bicis al hombro!

Kilimanjaro_3Traté de tomar un ritmo, pero cada 10 minutos me tiraba al suelo para soltar la bici que me incomodaba. Descansaba 5 minutos y dormía. Me acordé de los gel y me echo uno encima. Le ofrecí a Claudio. Me dio nauseas, era asqueroso. Continuamos. Cada metro ganado era uno menos para la cumbre. ¿La alcanzaremos? No se si seré capaz. ¿Y Claudio? El daba la pelea, estoico. Ya con el hecho de haberse levantado me parecía un héroe.

Miré la hora; 9:30 am y estábamos a 5000 metros. “No está tan mal” me dije para darme ánimos. Lento pero hay avance. Podríamos demorarnos 10 horas a la cumbre (lo normal son 6-7 horas) ¿Y a quien le Importa? Me percaté que iba tomando un ritmo. Había fuerza en alguna parte y la inercia me mantenía en el camino, ¿pero Claudio?

12:30 hrs. Estábamos en la sección final del acarreo del terror y veía a porters tan agobiados como yo pasarme y luego pasarlos yo. Ernesto me dice que iban a instalar un campamento en el cráter. Algunos me dicen “Strong, strong!“ y me sonríen. Nada me podría dar más alivio que esas palabras de unos seres que subían con sus cargas en las cabezas y tan agotados como yo.

Y miro a Claudio y lo veo lento. Se va quedando atrás. Estamos a casi 5600 metros y se ve arriba, donde el cielo corta la ruta contra el horizonte, lo que podría ser el final de este vía crucis. Sigo con fuerza, pero siempre deteniéndonos cada 10 a 15 minutos. La bicicleta al hombro incomoda y pesa.

Mis rafikis me apoyan. Me ayudan, me dan agua. Llevo 7 horas y no logro orinar. Me preocupa pues entiendo que estoy demasiado deshidratado. Sigo ingiriendo agua pues los gel y el isotónico me dan nauseas. En verdad todo me da nauseas, pero me debo hidratar.

Miro a Claudio y compruebo que se va quedando. Ya no tiene fuerzas. Lo ha dado todo, es increíble. Dando la vida en el acarreo, pero ya no puede más. Me sorprende cuando veo que un guía toma su bicicleta y se la sube a los hombros. Me da pena pero a la vez siento alivio. Está demasiado desgastado para sobrellevar todo esto, luego de días de enfermedad. Pienso cómo alguien puede dar tanto con tan poco.

Kilimanjaro_2En un instante dejo atrás el empinado y rocoso acarreo y llego un punto donde el mundo se abre; Gilman’s Point. 6.685 metros o algo así. No tengo fuerzas para leer el enorme cartel pero sé que está cerca. Me siento y solo quiero dormir. Me ofrecen té caliente y algo de snacks. Acepto el té y me voy a un rincón a orinar. No sé si estoy mejor pero estamos cerca. Solo 200 metros en un filo fácil, hermoso, bordeando el cráter … y listo. Por primera vez me doy cuenta que lo puedo lograr. Años pateando cerros para darme cuenta que aún me queda energía para subir y para bajar en la bicicleta. Pero Claudio llega a los 10 minutos y se sienta sobre unas rocas. Agotado, desconsolado. Le toman una foto con el letrero y le ofrecen té. Yo no logro hablar, sólo lo miro. Llega un guía; Rashid, Joshua, Isa, no sé. Uno de ellos llega con la bici de Claudio al hombro y sé que abdicó. Pero tiene mi total admiración, pues 7 horas atrás vomitaba en Kibo hut. A los pies del Kilimanjaro.

Kilimanjaro_4Claudio, muy desgastado y fatigado me mira a los ojos y me dice; “Llego hasta aquí. Me bajaré pues ya no tengo fuerzas. Vayan ustedes”. 10 minutos más y Claudio baja y yo continúo la subida con Rashid, Ernesto y 2 porters. Todos han bajado ya. No queda nadie en la ruta, el tiempo se agota. Me dicen: “Dos horas y media más”, pero no me importa. ¡Sé que lo voy a lograr!

Un segundo aire me da fuerzas para contemplar el gigante cráter, el cielo, las nubes. El filo que se abre, la nieve y a lo lejos, la cumbre. Recién ahora comienzo a disfrutar, después de tantas horas intensas, eternas.

Ya no cargo la bici, la arrastro por el piso. Rueda la bici, rueda la vida y mis emociones. ¡Lo voy a lograr! Mis amigos me esperan y continúo. No me importa nada. La hora parece detenerse. Me monto en la mountainbike y como un campéon pedaleo los últimos metros. Ya nada me podrá detener. Dejo a todos atrás. Llego al enorme letrero de cumbre “Uhuru Peak. Congratulation. 5.895 mts”. Tomo la bike y la levanto con ambos brazos en señal de victoria. Rashid y Ernesto me fotografían. Dedicó la cumbre a quien lo dio todo. Al artífice de esta locura; a Claudio que se quedó sólo 200 metros más abajo y me pasó el testigo para que yo continúe la carrera… lloro.

Kilimanjaro_1No me gusta ser mamón, pero lloro porque la tensión desaparece y el premio al esfuerzo me alivia, me reconforta. Claudio se quedó pero yo estoy acá. Estamos con Ernesto quien filma y toma fotos. Estamos con los Rafikis que son mis mejores amigos. Lloro con ellos y disfruto porque estoy en el Techo de África y mi bicicleta está conmigo.

Un fuerte abrazo de cumbre

Rodrigo Echeverría B.

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1 COMENTARIO

  1. Grande Rodrigo eres un grande .tambien yo no creia que tu podia logralo ma subiendo me de quenta que tu te
    A trasformado y yo te miraba con admiracion . en este momento estaba seguro que llegaba a la cumbre

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