Es difícil expresar en palabras incluso por medio de fotos la experiencia de subir una montaña gigante en un ascenso rápido e impredecible.
Con todas las ganas y motivación (y también mucho sueño) pero la ansiedad y la angustia de no saber si podremos llegar hasta el final.
Pocos registros, mucha garra y compañeros increíbles, quienes lo dieron todo. Es que no había otra opción.
La madrugada nos regaló estrellas fugaces en medio de un cielo estrellado, sintiendo en los pulmones ese aroma intenso de bosque después de la lluvia. Luego aparecieron luces de fuego encendiendo un cielo prístino, adornado de blancas nubes que brotaban desde la espesura.
El paisaje, las vistas. El horizonte. La cumbre lejana. En medio de eso una intensa batalla por mantener un ritmo, por avanzar en altura. Que el tiempo siempre es poco.
Luego de cuatro horas y remontados casi mil metros de altura, recién nos ponemos los skies para intentar hacer más fácil el progreso. Y aparece la nieve dura, los crampones que fallan y los patines en las pieles. También el calor insoportable y luego el viento fresco.
La cumbre aunque esquiva y lejana, nos espera. Cada uno en su propia lucha, nos dispersamos. Tommy siempre adelante, Camilo intenta seguirle y yo al final, dando mi propia batalla.
Horas finales, últimos metros, últimas fuerzas. Luego de escalar el casquete glaciar, Tomás con sus skies a la espalda da por radio el grito de cumbre. 13:50 horas. Camilo ya está cerca, atrasado pero aún al límite de la hora. Yo un poco más abajo observo y avanzo lo que más puedo esperando tener piernas para el descenso.
Pasa rato para volver a juntarnos. Tommy esquiando desde la cumbre misma, Camilo desde más abajo.
Y ahora comienza el descenso por una pala de nieve interminable, infinita, que llega casi hasta el bosque mismo. Cornizas, pedientes suaves y otras empinadas. Diferentes texturas en la nieve y rocas. Y toda la araucanía andina, sus bosques y caprichosas cumbres como telón de fondo. La experiencia es absolutamente alucinante. Como nunca. El disfrute es tan grande que te hace olvidar a ratos el cansancio.
Ya en los últimos metros, siento alivio y también me siento feliz. Porque la montaña siempre me devuelve con creces toda esa energía y pasión que le entrego.
Abrazos de cumbre
Rodrigo Echeverría B.
Desnivel total: + 2800 metros
Kilómetros recorridos: 18 K
Horas round trip desde camioneta: 14
Créditos fotos: Tomás Van Wersch – Rodrigo Echeverría