Trifulca en las Torres de Paine

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“He vuelto después de 27 años a este pueblo olvidado, para tratar de recomponer con tantas astillas dispersas el espejo roto de la memoria”. | Gabriel García Márquez.

Torres del Paine, temporada 93-94.

Príncipe Valiente hace una visita de reconocimiento al Campamento Torres – Parque Nacional Torres del Paine. En una extraordinaria ventana de buen tiempo se motiva y escala, así no más, con lo puesto y zapatos hush puppies el Cerro Almte. Nieto (2.440 m) en solitario, que sería la primera nacional y la posiblemente la segunda mundial en esta modalidad. Desde la cima fotografía y examina las rutas posibles a la Torre Sur, la más alta de las tres torres, que a la fecha no poseía ascensos chilenos.

La hermosa y enhiesta pared este de la Torre central del Paine cuando amanece

En el mismo campamento torres, un equipo de escaladores vascos intenta abrir por la enorme cara este de la Torre Central del Paine “Insumisión”, una vía de 1.300 metros de escalada vertical motivada no sólo por el desafío que impone esa enorme torre de granito sino también en protesta por el servicio militar obligatorio en esa zona de España (eran tiempos que la ETA arrasaba por allá).

Comparten campamento con un pequeño grupo de escaladores nacionales, quienes buscan una ruta en la Torre Sur y/o Central para escalarla esa o la próxima temporada.

Por razones que en verdad desconozco, se arma una trifulca entre los vascos y los chilenos, protagonizada principalmente por el chileno Mr. X (QEPD), cuyas consecuencias conoceríamos al año siguiente.

Fantástica vista panorámica desde la Cumbre Grupo Torres y CHS al fondo

Torres del Paine, temporada 94-95.

Dic 25: Príncipe Valiente, el Anticristo y el suscrito partimos en camioneta desde Santiago a Puerto Natales. Objetivo: Intentar el primer ascenso nacional a la Torre Sur del Paine (2.850 msnm), la más alta de las tres torres.

Paralelamente, un fuerte equipo del DAV (Club Alemán Andino) y otros artistas invitados ya planean también hacer la primera a la Torre Central (2.800 msnm), repitiendo un itinerario de alta dificultad en la cara este, abierto por unos jóvenes escaladores argentinos unos años antes (“Una fina línea de Locura”).

Dic 31: Nos encontramos en el vivac de la cueva – roca en el valle del Río Ascencio “Valle del Silencio” (muy poco visitada vertiente oeste del grupo Torres) con dos escaladores del DAV (P. Besser – E. Chacón) quienes también pretender hacer el primer ascenso de la Torre Central “a la alpina” por esa vertiente, la Ruta Bonnington. Día de año nuevo parten muy temprano desde el vivac, mientras nosotros vamos a explorar la ruta Aste (italiana) de la Torre Sur.

Fatigosas cuerdas fijas de la Torre Sur del Paine

Principios de enero 95: Arriba al campamento Torres un nuevo contingente de escaladores; D. Arancibia, C. Fuentes (QEPD), M. Vázquez (primogénito del célebre César Vázquez – primer ascenso a la pared sur del Morado 1961) y J.S. Montes (Everest 1992), quienes están aunando esfuerzos para la primera repetición de la ruta ya mencionada y el primer ascenso nacional (el intento de ascenso express de Besser – Chacón no prosperó por mal tiempo).

Al parecer otro connotado escalador del DAV, A. Zegers, ya había estado trabajando en la ruta desde el pasado noviembre. Todos, al igual que nos, escaladores provenientes de la capital.

Pato corta corrientes en el Río Ascencio

Algo de Contexto

El PN Torres del Paine, en aquellos tiempos pretéritos, estaba recién comenzando a hacerse popular entre senderistas y aventureros chilenos. La mayor parte de los visitantes eran extranjeros. En escalada, el enorme potencial de todos los valles, montañas y paredes de roca, hacía que año a año connotados y los más expertos escaladores del mundo abrieran e intentaran rutas de altísima dificultad a pesar del clima extremo (viento, lluvia y nieve) considerando no solo la dificultad de las rutas sino además los imprevistos cambios del clima en Patagonia.

El pronóstico del tiempo era en la práctica inexistente, la tecnología del teléfono celular al igual que el GPS eran incipientes, no existía internet ni mail. Ni hablar de las rrss, las fotografías aún se mandaban a revelar con rollo. O sea vivíamos aún en esa romántica y nostálgica época de las cavernas.

Escalando en libre los slabs de la Torre Norte

De vuelta al Campamento Torres

Ese verano confluyó en las Torres un extraordinario grupo de escaladores de diversas nacionalidades, más la presencia de los que representábamos la escuadra nacional.

De norte américa, P. Butler y E. Helmuth abren “Taller del Sol”, que se convertiría en una clásica ruta por la cara oeste de la Torre Norte. Unos ya célebres escaladores de Eslovenia (A. Stremfelj y M. Prezelj) abren una tremenda vía (entiendo que jamás repetida), por la pared este de esa misma torre “Born under a wondering star”, que termina en una cumbre subsidiaria muy puntuda y luego la completaron arribando a la cumbre principal de la Torre Norte.

Los eslovenos me enviaron por carta meses después los topos de la ruta, un tesoro histórico que lamentablemente perdí (aunque aún mantengo esperanzas de encontrar).

De los españoles, que eran unos 9, recuerdo con particular estima a Pepe Rayo, un fuerte y fornido escalador vasco que vendría siendo como el que la llevada entre sus compañeros, tenía además tatuado en el tobillo derecho un característico y colorido rayo. Había estado la temporada anterior y fue de los primeros en arribar al campamento a principios de enero. Mantuvimos alguna correspondencia hasta que lamentablemente fallecería algunos años más tarde escalando el Monte Piergiorgio, también en Patagonia.

Las Torres desde el Campamento

También apareció un grupo Británico de la armada creo, que tenía considerado escalar la Torre Norte por la ruta Monzino. Iban acompañados de un escalador chileno de nuestro club, Gonzalo Puga, de quien perdí el contacto hace ya muchísimo tiempo (el mismo tiempo que tiene este relato).

Tres escaladores Italianos, que estaban escalando la Torre Norte, no recuerdo la vía sólo un nombre: G. Polacci, con quien volví a retomar contacto unos pocos años atrás. Entre ellos un médico anestesista quien sería de vital importancia semanas más tarde.

Además de escalar construyeron una hermosa cabaña (ya había dos), spot ideal para pasar esas semanas guarecidos de los elementos, charlar, cocinar cómodos y compartir experiencias de montaña, entre otras cosas.

Creo que años después se quemó y desconozco si al día de hoy sobrevive alguna de ellas.

Vista al Valle escalando Almirante Nieto en solitario (foto R. Dorado)

La Trifulca

El problema de los vascos comenzó cuando quisieron retomar la escalada pendiente de la temporada anterior, buscando las cuerdas fijas. Sorpresa e indignación sintieron cuando corroboraron que estas habían sido cortadas posteriormente a su retirada, por Mr. X posiblemente como venganza de algo que creo nunca lograré entender, y si alguna vez lo supe ya lo olvidé.

El ya aludido escalador nacional, cuyo nombre no revelaré (principalmente por su fallecimiento hace pocos años), fue protagonista de varios otros bochornos en el futuro que ya son historia, hasta el momento de su muerte.

Bueno, no les quedó otra a los de “Insumisión” que recomenzar la ruta desde la base de la pared. Uff.

Slack Line en el Campamento Torres para entretenerse y pasar las horas entrenando

Más gringos

Recuerdo que la primera vez que nos adentramos en el valle del Silencio buscando la vía a la Torre Sur (que estaba bien al fondo del valle), escuchábamos unos gritos provenientes de la inmensa pared del cerro Escudo, que se escala por el valle del Francés usualmente. Por mucho que miramos no logramos localizar a los escaladores. Una pared vertical de más de 1.000 metros de escalada extrema.

Desde la cumbre de la Torre Norte, a la derecha Cerro Escudo izq Cerro Fortaleza

Un par de semanas después los encontramos de regreso en el campamento. Se trataba de Brad Jarret, un escalador proveniente de California, quien junto a otro gringo y un chileno, habían abierto una hermosa vía por la pared en estilo “Cápsula” o “Big Wall”. 20 días colgados con un portaledge (especie de carpa que se cuelga con clavos a la pared de base plana y rígida) al estilo Yosemite para coronar la escalada de esa gran pared.

Los gritos que escuchábamos eran de desesperación al estar cruzando una banda negra de roca sedimentaria de muy mala calidad y casi les arruina la escalada.

Los chilenos

El trío maravilla intentábamos con poca experiencia pero mucha perseverancia escalar la más alta y difícil de las torres, pero ya a mediados de enero teníamos la primera baja.

El Anticristo en un rapel durante los primeros 200 metros de ruta recibió un piedrazo en el brazo izquierdo y se ganó una fractura del radio, un pasaje a la clínica de Punta Arenas (en Natales no tenían rayos X) y un paseo con su novia por Tierra del Fuego hasta el fin de la temporada (cuando pasaría a “recogernos”).

Nos dejó sin movilización, sin equipo de apoyo y por supuesto nula comunicación entre las partes (que no se lea como crítica solo es contexto).

Por el otro lado (así de textual), el equipo de Arancibia – Fuentes – Vázquez y Montes (espero no se me quede alguien en el tintero) luchaban subiendo los cientos de metros de cuerda fija para avanzar en la escalada. La ruta era eterna. Además de compleja.

Recuerdo que apareció J. Casanova “Chavolo” (QEPD), un escalador de roca en mala forma física, que también sufrió cuando fue invitado a subir por esas eternas, verticales y fatigosas cuerdas fijas en la pared. Perecería asfixiado por monóxido de carbono algunos años después en un lamentable incidente en una camioneta trabajando para una minera, si mal no recuerdo.

Últimos metros Torre Norte, atrás la Bonnigton Torre Central

La espera

Pasó al menos una semana de pésimo tiempo, frío y nieve incluso en el campamento Torres. Divagar, recibir huéspedes (conocidos que se convirtieron en amigos) que pasaban por el campamento como parte de su itinerario de trekking y al ver a estos folclóricos personajes que cocinábamos, hacíamos nuestro pan o chapatis y hasta pizzas mientras esperábamos la ventana de buen tiempo que nunca llegaba, se quedaban con nosotros compartiendo historias de escaladas y copuchas varias.

Pero la ansiedad reinaba pues el tiempo pasa muy de prisa, las ventanas de buen tiempo son escasas en Patagonia.

Tiempo de la verdad

Ya cuando a enero le quedaba poco, intentando un “techo” con spanding flex (tipo de roca en placas de gran dificultad para superar) en la ruta Aste – Torre Sur, una masiva caída de piedras mientras estábamos en una reunión nos convenció que la pared, la ruta y el cerro nos había quedado grande.

Como soldado que huye sirve para otra guerra, nos retiramos sacando las cuerdas y el material que pudimos, y le echamos el ojo a lo que se convertiría en nuestro premio de consuelo. La vía Monzino a la Torre Norte del Paine. Que a la sazón tenía un dudoso ascenso chileno por connotados escaladores que no voy a nombrar (en parte porque no estoy seguro quienes eran). Y aunque hubiese sido daba igual. Sería nuestro consuelo para no volver con las manos vacías después de más un meses de expedición (que terminarían siendo más de dos).

Un día de fin de enero

Un día de fin de enero, cuando ya muchos de los eximios escaladores internacionales estaban preparando su retirada del parque, Príncipe Valiente y yo planeamos un vivac por el valle del Silencio (ya habíamos explorado repetidas veces la otra entrada cruzando el glaciar Torres hacia el col del Cóndor) pero esta vez la Monzino se escalaba por este lado.

Partimos temprano a retirar equipo a pie de vía de la Torre Sur para luego devolvernos escalando los expuestos slabs de roca que nos permitirían tomar altura rápidamente hacia el col Bitch, donde se separan las rutas Bonnington a la Central y Monzino a la Norte.

Cruzando al amanecer el glaciar Torres

Como ya llevábamos más de un mes de trajín ý éramos bastante jóvenes (23 y 26) nuestro estado físico era óptimo, así que anduvimos bastante rápido.

Nos encontramos con Eli Helmuth, el escalador americano que ya era como nuestro amigo, quién nos acompañó y guio en la expuesta subida hacia el col.

Hacía mucho calor y el tiempo era increíble. La ventana de buen tiempo estaba ahí teníamos que aprovecharla. Si escalábamos la Torre Norte a la alpina, seríamos los primeros chilenos en esta modalidad y acordamos que lo celebraríamos bañándonos en la gélida laguna del Mirador de las Torres (del otro lado).

Helmuth nos dejó, ya que había subido a buscar material. La parte final para arribar al col tuvimos que hacer dos largos, uno con hielo y algo de escalada mixta no muy difícil y un largo fácil de roca para llegar al lugar donde ya se vislumbra la parte final y más técnica de la escalada (col Bitch).

Era tarde pero no importaba, la cumbre estaba demasiado cerca.

El sendero por el bosque camino al Valle del Silencio

Un largo graduado en 10 a, que Príncipe Valiente dominaba a la perfección, nos hizo disfrutar la parte final de la escalada en un granito rojizo perfecto, mientras atardecía.

En el horizonte aparecía fantástico el campo de hielo sur y unas amenazantes nubes negras de tormenta que nos decían “aprovechen que la fiesta acabará pronto”.

El último largo, face climbing con adherencia para llegar a las 21:00 casi de noche, a la cumbre principal de la Torre Norte. ¡¡Lo habíamos logrado!!

Rapeleando desde el Col Bitch entre ambas Torres

ESTE RELATO CONTINUARÁ…

¡¡Que tengan un excelente fin de verano y a cuidarse!! Slds

Rodrigo Echeverría B.

Créditos fotos: R. Dorado / R. Echeverría