NUESTROS BELLOS PAISAJES NORTINOS

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El desafío que me propuse este dieciocho de septiembre fue viajar al salar más cercano a la capital, (ojo que esto no significa que esté cerca), a lo más profundo de nuestro desierto de la III región, digamos unos 250 kms desde Copiapó hacia la cordillera.

En efecto, la llamada Puna de Atacama, desde Copiapó hacia el este, cruzando la cordillera de Claudio Gay, a unos 3.700 metros de altitud, se encuentra un paraíso para el aventurero, para el fotógrafo y para el montañista. Fue en un viaje emprendido hace ya más de 10 años, en ese entonces preparando un ascenso rápido al Nevado Ojos del Salado (mayor altura de Chile con 6.863 metros) y posiblemente el lugar con mayor concentración de cimas de más de 6 mil metros de todo nuestro largo y angosto país, supe de una hermosísima reserva y parque nacional a los pies del también “seis mil” Nevado Tres Cruces.

Esta maravilla natural, como decía, en plena “Puna de Atacama”, posee el “Salar de Maricunga” y la “Laguna del Negro Francisco”, actualmente parque protegido por CONAF. Es un lugar de ensueño, a 3.700 metros de altitud, lleno de hermosos flamencos y poblado de manadas de guanacos y algunas vicuñas.

Con todos estos antecedentes y turistel en mano, esta aventura era como un “viaje a la tierra prometida”, una peregrinación a lo profundo del desierto de altura. Por cierto toda una aventura, para la cual había que estar preparados…

Con carpa, implementos de montaña, agua y mucha comida, y por supuesto acompañados de nuestras bicicletas y nuestra cámara de fotos, esta hermosa ilusión se perdió a la altura de Vallenar….., cuando rajamos un neumático de la camioneta, y un día antes del feriado dieciochero nos vimos a toda prisa buscando recauchaje y luego la mala, qué mala, pésima noticia que el neumático no era reparable y peor aún, no había forma de reponerlo y tampoco de comprarlo (no existen allá sencillamente).

Así, ni siquiera en Copiapó vendían la medida de nuestro neumático. Uff, que desilusión al  admitir que sin rueda de repuesto emprender el largo camino a las alturas y a esos caminos torcidos y desgastados era un riesgo que no queríamos asumir.

Así pues, luego de esa amarga mañana nos vimos forzados en cambiar nuestro itinerario y proseguir esta vez hacia la costa de Caldera y bajar por el espectacular “Desierto Florido” hasta el Parque “Llanos de Challes”. Esta hermosa y desconocida reserva Natural de Conaf está por la costa entre Copiapó y Vallenar y allí se pueden apreciar en todo su esplendor e inmensidad el espectáculo natural de la primavera en el desierto costero.

Por supuesto, no podía faltar una pasada por las “tibias”?? aguas de la playa de Bahía Inglesa, y dirigimos desde allí, no sin temor, la última etapa de nuestro viaje.

Ya emprendiendo el regreso a la capital, tuvimos nuestro regalo de consuelo, una manada de guanacos nos esperaba al borde del camino. Y no sólo una, varias. Estos animales generalmente huyen a la vista del hombre y es difícil divisarlos en caminos muy transitados. Nosotros, sin embargo, al querer acercarnos a fotografiar una familia de guanacos, uno de ellos, posiblemente la madre, corrió hacia nosotros para ahuyentarnos. Hermosa y temida experiencia.

Para la próxima, dos neumáticos de cambio para proseguir rumbo a los Salares.

Hermoso Chile!!